Hay celebraciones que nacen, florecen y mueren con el tiempo. Y hay otras que arden en lo profundo de la memoria de un pueblo, aunque intenten silenciarlas. El Inti Raymi, la gran fiesta del Sol, pertenece a ese segundo grupo. Que ni las espadas, ni las coronas ni los altares pudieron borrarla del todo. Eso es el Inti Raymi: resistencia hecha ritual.
La resistencia de la fiesta del sol
Con la llegada de los españoles, los templos fueron saqueados, las momias reales ocultadas, el idioma arrinconado… y el Inti Raymi, prohibido. Pero no desapareció.
Durante más de un siglo, la fiesta siguió celebrándose en secreto, en los rincones más alejados de los Andes, bajo el nombre de otra fiesta: Corpus Christi. Mientras los conquistadores marchaban con sus santos en procesión, los descendientes del Inca miraban al cielo, sabiendo que lo que realmente celebraban era el regreso del Inti, el Sol eterno.
Este sincretismo no fue sumisión. Fue estrategia. Fue resistencia. Fue memoria disfrazada de incienso y campanas.
El Onccoy Mita: cuando el Inti Raymi se transformó en protesta
Cuando ya no pudieron celebrarlo ni siquiera en secreto, los pueblos comenzaron a reunirse para llorar. En lugar de danzar o brindar, se lamentaban por el desorden que trajo la conquista, por la ausencia del Sol, por la tierra profanada.
Ese rito se llamó Onccoy Mita, el “Tiempo del Dolor”. Y aunque no tenía trajes vistosos ni fuego nuevo, era profundamente político y humano. Era decir: «No hemos olvidado quiénes fuimos. Y no vamos a olvidarlo».
La victoria del Inti Raymi
Hoy, siglos después, el Inti Raymi vive en la emoción de los que cada 24 de junio, en Cusco, se estremecen al ver salir el Sol y entienden —aunque sea por un instante— que están viendo algo más que una representación. Están viendo memoria viva.
El Inti Raymi es el símbolo de una cultura que resistió, se transformó, y supo hacerse eterna. Porque ni la pólvora, ni la cruz, ni el paso del tiempo han podido detener ese momento mágico en que el Sol regresa… y todos alzan los brazos para decir: aquí estamos, todavía.
Fuentes:
- Juan José Vega y Luis Guzmán Palomino, El Inti Raymi Inkaico:
- Resistencia a la prohibición: El Inti Raymi sobrevivió en secreto hasta bien entrado el siglo XVII (p. 413, 417).
- Sincretismo con Corpus Christi: La celebración se fusionó con la fiesta cristiana del Corpus Christi, permitiendo que se continuaran los ritos ancestrales (p. 403, 404, 419, 420, 424).
- Transformación en “Onccoy Mita”: El Inti Raymi evolucionó en un rito de protesta y duelo tras la conquista (p. 421, 422).
- Supervivencias populares: La fiesta fue adoptada por el campesinado tras la represión de la nobleza incaica (p. 418).
- Presencia de imágenes solares en vestimentas cusqueñas como símbolo de reivindicación cultural (p. 426).
- Persistencia actual del culto solar en enclaves como los “Inti Runas” de Taurija (p. 430, 431).
- Pablo José de Arriaga, Extirpación de idolatrías:
Citado en El Inti Raymi Inkaico, como fuente sobre el «Onccoy Mita» o Tiempo del Dolor (p. 213 en la obra de Arriaga, citado en Vega y Guzmán Palomino, p. 421-422).